martes, 7 de abril de 2009

Enviados

A veces pienso, hay tanta gente que pasa de largo por la vida de uno...
Gente inocua, inerte, insípida.
Gente ignota en la mayoría de los casos. Pero también gente allegada, que conocés y que está y se queda. Un rato largo, o incluso toda la vida.
No son desconocidos, pero sin embargo, no tienen el peso suficiente como para modificarnos de manera radical.
Mas bien son parte de la escenografía que decora nuestros días.


Pero hay otras personas que aterrizan inesperadamente en la vida de uno, y tienen el poder de desatar una revolución con su llegada.
Éstas personas para mí son como enviados...alguien los puso ahí, y no fue la casualidad precisamente. De hecho no creo que las casualidades existan.
Tampoco es necesario llamarlo Dios, porque también tengo mis dudas al respecto.
Digamos que son enviados del destino.
Ésta gente no aparece porque sí: en la mayoría de los casos, traen en la mochila (o en el morral) una misión que cumplir.
Sin un manual de instrucciones precisas, pero con la certeza de quien sabe de memoria qué hacer y cómo llevarlo a cabo.
A veces se trata de resolver un conflicto; otras veces, simplemente de plantearlo. Tienen un don, y es la capacidad de poner patas arriba hasta el más firme de nuestros fundamentos, con el fin de obligarnos a replantear.
No tratan de resolver el dilema, sino mas bien motivarlo. Impulsar el cambio. Cerrar una etapa, una puerta, y quizás abrir otra mejor.


Pero hay un problema, y es que su presencia es tan efímera como intensa.
No cabe dudas que dejan su huella, pero así como llegan, un día se van.
Y ante la partida, uno se siente medio inútil, desconcertado, porque se fue una parte de uno. Como perder el brazo hábil. O el talismán que te guiaba hacia el mejor camino a seguir.
Pero lo inteligente de un enviado es que, antes de irse, inevitablemente siembra su semilla. Sea en forma de palabras sueltas, o de infinitas charlas; recreada en alguna canción, escondida en el recuerdo de alguna esquina caminada o de un porrón compartido. Ésa es la forma de seguir sembrando, aun durante su ausencia, y de asegurarse que su pequeña estadía en cada una de las vidas que frecuente, tal vez haya sido corta, si, pero igualmente difícil de borrar.



[marzo, 2009.]







1 comentario:

  1. Bien x el blog! Me siento identificada con varias de tus palabras. Creo en las palabras, en la magia q contienen y en lo eficaces q son, para catarsis, para conectarse con uno mismo y/o con el mundo. Bien x decirlo! Celebro q alguien con tu capacidad de transmitir sentimientos con las palabras se oponga a la apatía posmoderna. Avanti (castaña)! ;P

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